Sucedió en zona rural de Gámbita, Santander, cuando Wilson Castillo habitante de la vereda el taladro, sintió la presencia de un oso de anteojos en lo más alto de la copa de un árbol.
Wilson tomó su celular y por un rato lo estuvo grabando, admirando la imponencia de este gran ejemplar.
Al dispersar semillas sobre grandes superficies, el oso de anteojos, cumple un rol esencial para la vitalidad y el futuro de los bosques andinos.
Su presencia es además un poderoso indicador de la salud de los ecosistemas y dinamiza la vida de los bosques cuando derriba arbustos y ramas para buscar alimento.
Por, Andrea Muñoz Calderón